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El arte de reinventarse


Stay hungry, stay crazy

El arte de reinventarse no es una necesidad, es un accidente. No necesito explicarme que me apetece desprenderme, intentar un bateo nuevo.

Nadie se cansa más de mí que yo mismo... y hay cosas cambiables y otras que no, y otras cosas que aún no existen. Y aunque ya no estamos para tribus urbanas ni para abrazar tendencias ... el personaje tiene que actualizarse. Con otra forma de ser, desplegar las alas, inventarse una terapia para

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

-

Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

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"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

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2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

Prohibido girar

Es una empresa muy fácil. Hay que estar lúcido, ser un alquimista de las habilidades personales. En el fondo es un juego y no es demasiado complicado. Son cuatro reglas.

Mis errores tienen menos perdón que los de los demás, porque yo se hacer las cosas bien, tengo habilidad social. A veces basta con recordar que los demás nos perciben en ocasiones con mayor respeto que nosotros mismos.

No es tan difícil salir del patio del colegio, sólo hay que encontrar la puerta.

Reinventarse cada día. No escribo para buscar la forma, sino por el vital e inevitable placer de expresarse.

Estoy decorando mi refugio, coloreando mi introspección, limpiando las ventanas, preparando el corazón para cuando lleguen las visitas.

Me siento bien, soy yo... y todo lo demás es cuestión del tiempo que tarde en aprender. Y en cierto modo, el tiempo que tarde en aprender lo que me queda será el que tarde en repasar mi colección de errores.

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Queríamos fabricar piraguas. Vivíamos en la montaña y hacía un montón de frío, pero nosotros sólo queríamos fabricar piraguas. "No conseguiréis vender ni una", decían, y era como si al sol le dijeran... "por mucho que brilles, nadie tendrá ganas de comerte como aperitivo".

Le poníamos nombres distintos a cada piragua, y las coloreábamos con temperas de la marca jovi -la del candado amarillo con las letras rojas-. No me sorprende nada recordar todos esos detalles, la vida era púrpura en aquellos días, y nadie lo veía extraño. Las canciones sabían a periódico y aún así seguíamos a lo nuestro.

2 piraguas por semana en los primeros días, que llegaban a convertirse en casi 12 en las semanas más productivas.

Lo que más me gustaba, y no te lo cuentes ni a ti misma porque me da verguenza, era verte pelar gambas, chuparte los dedos riéndote, limpiarte con una servilleta y volver a pelar gambas. Muchas no te las comías y la gente seguía viéndolo como lo de las piraguas.

"Entonces... fabricáis piraguas por el mero hecho de fabricarlas" y nosotros gritábamos a la vez "abanicos!!" y salíamos corriendo.

Eran otros tiempos. La fórmula del semen era secreta. La gente sabía entrar y salir del trance con muchísima facilidad. La publicidad era tan buena y tan divertida que en el mundo cubrieron todo el suelo de alfombra roja. Todos nos creíamos importantes y nadie se miraba mal por ello. El ego se vendía en tabletas.

disfruta los pedos

Masticando rosas, viviendo cansado, pueden reir pronto, pero no deprisa, s cansarán, invadidos por el resto, que supuran acertijos, que son de otros, canijos, vivientes dependientes que llegan tarde, bajo la luna turbia de tu herida, quedarán con la boca llena de lluvia, despierta un domingo soleado en el vientre de Julia, pilar y cercediña... Matias progresa con su acertijos, pero nadie le va a ir a ver... y la vida te pilla a contrapié, y las paredes se disipan formando imposibles .

Y en una terraza, venden imposibles, y no manda el que más sabe, sino el que no se deja saber. A la india, vámonos a la india.

Cartas de amor de un torero bizco

Atención, la pena quiere darse a la fuga. asegúrense de cerrar las puertas a la esperanza. no pasen calor, en la medida de lo posible, huyan, donde nunca se les ocurriría buscarse.

Juanma está pintando nubes sobre el cielo de cualquiera

pretende escupir caviar por su nariz de hipopótamo. celebrais la vida,

ya no se preocupa por los desayunos, come lo primero que pilla de la nevera y mueve la cadera. así, con ritmo, mueve la cadera.

Y se ríe de la luna, a carcajadas se agacha para arrascarse el tobillo y se ríe, mucho, demasiado, de la luna de otro.

Y la luna no se da por aludida de mis penas de comida entre los muebles.

Abrí aquel cajón que no dejabas a nadie abrir y lo encontré lleno de filetes de pollo.

Ella es muy guapa, pero nunca ganará un mundial.

 

Y de pronto

con 26 años, uno se da cuenta de que no sabe quién es.

Todos nos arrepentimos del pasado. Nos da miedo y verguenza mirar hacia atrás porque allí coletean nuestros errores. No es agradable verse en las fotos en las que uno no sale bien, preferimos recordar nuestra mejor pose ante el espejo.

Nos cuentan cosas y nos creemos la mitad. Nos creemos la verdad que más nos alienta. Es lógico, necesitamos creer que somos mejores de lo que somos para conseguir las cosas que creemos que merecemos.

Y así, a base de recuerdos maquillados, de experiencias sobrevaloradas, de fracasos leves pero continuos omitidos para tirar palante... por desligarnos día tras día de nuestro pasado, no sabemos quién coño somos ni lo que hemos vivido.

Yo, por una parte, soy muy de contar mentiras, y por otra, muy de creérmelas. Desde los 16 años, crecí creyendo ser una rockstar. La infancia es otra cosa, también importante, pero quizás de consecuencias no tan directas como mi peculiar adolescencia... y mi peculiar adolescencia comienza con Bnbry. Ahí, sin duda, empecé a ser yo.

Tenía por un lado su lógica de icono adolescente, pero en mi caso fué mucho más. Más allá de la imagen atractiva de un icono, en mi caso se escondía una identificación hacia el inadaptado que hacía de ello su causa y motivo de su éxito. Porque yo nunca fuí sociable en el colegio en el sentido vacuo de la palabra. Un compañero de clase me presenta a un primo suyo y sociabilizamos al máximo y compartimos sueños, pero los chicos "normales" de clase no me llaman la atención.

Siempre he tenido un h...

 

he de seguir escribiendo, quizás me cree un nuevo blog en el que describir mi biografía.

Es interesante, creo, describir acontecimientos puntuales, para ver el transfondo de lo que había entonces. Me recuerdo una mañana de verano, recién duchado, con el pelo revuelto y unos vaqueros grises. Carlos venía a tocar a casa por las mañanas y bajábamos las persianas para que no entrase directo el calor.

El problema allí, como en todo lo demás... era que yo nunca vivía mi propia vida. Eso tenía su lado peor en el sentido de irrealidad de las experiencias, pero su lado mejor en el de que... esa propia fantasía alimentaba otras nuevas que daban lugar a otras experiencias, que de haber vivido en la realidad, no hubiera tenido.

Es raro. Esas experiencias que mi irreal percepción (iba a kapital con los colegas pero me creía bunby) ha ido provocando, me ha hecho vivir otras nuevas... que me han sido de mucha ayuda para hacer las cosas que hago hoy en día.

También por otro lado... se puede percibir como exageración: no era más que un chaval que tenía grupetes. O no.

Éramos casi horribles

Queremos renovarnos constantemente. Necesitamos poner a cero el contador constantemente porque no nos damos cuenta de que siempre está a cero.

Los días no son muy diferentes entre sí, y así se nos va la vida. Nos quejamos del presente constantemente, creemos que merecemos más, que la gente no nos merece, y sin embargo, comprobamos día a día que la vida tiene unas normas, y que es mejor aprenderlas.

Erramos casi siempre. Casi todo lo que hacemos son errores. No juzgo a los demás, pero sí se que yo, sin mucho esfuerzo, podría hacer las cosas mejor. Podría hacerme querer más. Porque me da por ir de independiente, pero luego miro los facebook de los demás y sueño con ellos.

Estoy perdiendo el norte espiritual. Es decir, yo mañana llegaré a la agencia, y mi curro será aceptable, al igual que mi nivel de sociabilidad... pero realmente, espiritualmente estoy sin rumbo.  No en el sentido de "verdad", sino de emoción propia. Necesitamos cualquier cosita en la que creer, un chiste por el que bajar el pie de la cama y posarlo en el suelo.

En cierto modo, mi papel tiene un porqué. Aunque suelo obviarlo,  mi experiencia vital no es normal. No porque haya vivido cosas muy extrañas, que quizás también, sino porque la

uierae

A veces escribir sólo sirve para revolver las cosas. Hoy me siento un pelín raro. Ha llovido y eso siempre me reblandece, me disuelve.
El mundo publicitario puede ser infranqueable. Tiene unas normas, y cuando estás por debajo no te queda más remedio que aceptarlas o, si puedes, disimular que las aceptas. Personas extremadamente perceptivas y ligeramente paranoicas conviven en un reducto pequeño en el que la diferencia entre lo bueno y lo mejor no es científicamente demostrable. Al que ha llegado allí le ha costado llegar... y espera que a los demás le cueste por lo menos lo mismo. Y todo lo que él hizo, espera que lo hagas.

Siempre hay otro camino diferente al convencional. A través de los matojos se oye el ruido de una fiera.

Yo, a día de hoy, dejando mi talento aparte... se que estoy donde estoy gracias al extra de los videos. Y los videos nos han aportado un plus diferencial, además de todo lo demás. Por mi parte, seguiría encantado con Rober, pero él tiene que espabilarse en muchos sentidos.

Respecto al día de hoy... me siento bastante orgulloso. Me pongo de reto una cuña y hago 5. Y con gracia. Me siento bien. Estoy aprendiendo a hacer las cosas.

Si lo de R sale bien, es decir... si aprendo a valorar lo que tengo... que es un chaval al que, en cierto modo, estoy formando... en poco tiempo hará las cosas mucho mejor, y encima... será de mi escuela.

He de ser más inteligente, y saber que yo tengo talento, pero que él me aporta mucho a nivel de carpeta y de valor como pareja. Así que, hay que hacer la carpeta... vamos a ir haciendo piezas y ya se irán perfeccionando. Que se vea talento y que se vea curro real, además del añadido de los videos.

Nos va a ir bien... y para eso tenemos que canalizar la energía mejor.

-

También, inteligentemente he de saber... que tengo que estar preparado para volver a moverme solo.

-

Y empezar a entender, que no se puede perder tanta energía con las cosas pasajeras. Y que yo, en ese sentido, ya estoy.

KOAN 1

¿Dónde está tu mente?

Colócala entre los lugares que te gustan.

Pásatelo bien. Sé mejor persona.

Con mucha naturalidad.

2a parte

No se si es tan frecuente encontrarle lógica y sentido a todas las cosas que pasan. Supongo que tiene que ver con la lógica consecuente de las leyes vitales, tanto como cierta capacidad de percepción, análisis y autocrítica.

Estoy orgulloso de todo lo que hemos hecho hasta ahora, pero no estaría orgulloso de seguir igual a partir de hoy. Hasta ahora hemos acertado en muchos sentidos y, salvo en nuestro mayor acierto, no nos hemos equivocado.

Sabemos que podemos hacer las cosas muy bien, y sólo con este pequeño cambio de chip, todo está mucho más encaminado. Porque es raro, encajamos pero por la autopercepción equivocada nos estábamos equivocando.

Es bonito hablar en plural. Es bonito que las cosas no le pasen a uno solo, y es una lección de vida.

También es bonito no tener que escribir demasiado. Hacer mañana lo que tenemos que hacer no nos costará mucho. Necesitábamos ese pequeño empujón.

Ha de ser personal, no un "ahora toca esto". ¿Dónde está tu mente? Colócala entre los lugares que te gustan.

Pásatelo bien. Sé mejor persona.

Con mucha naturalidad.

La pregunta del millón

¿Soy raro porque soy inteligente o soy inteligente porque soy raro?

Barack Obama

Cercado a la realidad

Adaptación social - control adecuado del mundo que le rodea

Vínculos sociales adecuados

Nombre más largo que el apellido

A más personalidad, menos rúbrica

 

A mí también me pasa

La gente me confunde.

Últimamente estoy volviendo a cometer un error que hacía tiempo que no practicaba: ver mi vida con los ojos de los demás. Valorar más su opinión que la suya. Con lo que yo peco de subjetividad, ellos pecan de desconocimiento.

La culpa es sólo mía. Por esto y por todo lo demás. Porque es cierto que últimamente, dejando de lado lo laborar, mi vida personal me da tantas alegrías como las que me merezco.

Voy mejor de lo que iba, y muchas rarezas no eran errores, pero he dejado de lado muchas cosas por poner el criterio intelectual de por medio. O de por miedo.

Necesito también mi dosis de soledad.

A pesar de todo, últimamente no estoy acertando.

No se hasta qué punto es cuestión de acción o de paciencia.

Luces, cámara... ¡paciencia!