con 26 años, uno se da cuenta de que no sabe quién es.
Todos nos arrepentimos del pasado. Nos da miedo y verguenza mirar hacia atrás porque allí coletean nuestros errores. No es agradable verse en las fotos en las que uno no sale bien, preferimos recordar nuestra mejor pose ante el espejo.
Nos cuentan cosas y nos creemos la mitad. Nos creemos la verdad que más nos alienta. Es lógico, necesitamos creer que somos mejores de lo que somos para conseguir las cosas que creemos que merecemos.
Y así, a base de recuerdos maquillados, de experiencias sobrevaloradas, de fracasos leves pero continuos omitidos para tirar palante... por desligarnos día tras día de nuestro pasado, no sabemos quién coño somos ni lo que hemos vivido.
Yo, por una parte, soy muy de contar mentiras, y por otra, muy de creérmelas. Desde los 16 años, crecí creyendo ser una rockstar. La infancia es otra cosa, también importante, pero quizás de consecuencias no tan directas como mi peculiar adolescencia... y mi peculiar adolescencia comienza con Bnbry. Ahí, sin duda, empecé a ser yo.
Tenía por un lado su lógica de icono adolescente, pero en mi caso fué mucho más. Más allá de la imagen atractiva de un icono, en mi caso se escondía una identificación hacia el inadaptado que hacía de ello su causa y motivo de su éxito. Porque yo nunca fuí sociable en el colegio en el sentido vacuo de la palabra. Un compañero de clase me presenta a un primo suyo y sociabilizamos al máximo y compartimos sueños, pero los chicos "normales" de clase no me llaman la atención.
Siempre he tenido un h...
he de seguir escribiendo, quizás me cree un nuevo blog en el que describir mi biografía.
Es interesante, creo, describir acontecimientos puntuales, para ver el transfondo de lo que había entonces. Me recuerdo una mañana de verano, recién duchado, con el pelo revuelto y unos vaqueros grises. Carlos venía a tocar a casa por las mañanas y bajábamos las persianas para que no entrase directo el calor.
El problema allí, como en todo lo demás... era que yo nunca vivía mi propia vida. Eso tenía su lado peor en el sentido de irrealidad de las experiencias, pero su lado mejor en el de que... esa propia fantasía alimentaba otras nuevas que daban lugar a otras experiencias, que de haber vivido en la realidad, no hubiera tenido.
Es raro. Esas experiencias que mi irreal percepción (iba a kapital con los colegas pero me creía bunby) ha ido provocando, me ha hecho vivir otras nuevas... que me han sido de mucha ayuda para hacer las cosas que hago hoy en día.
También por otro lado... se puede percibir como exageración: no era más que un chaval que tenía grupetes. O no.