Quietos
Y hacemos cosas nuevas que nos llevan a sitios nuevos. Sitios que no son empresas, recepciones, ni ascensores. Sitios que son lugares, algunos conocidos, donde nuestra alma -una mandada- va a parar. Es como si en nuestro interior hubiera compuertas, y lo que viviéramos fuera nos llevase a esas compuertas interiores ya conocidas. El dolor de un rechazo actual es el mismo que el sentido de pequeños en el patio del colegio. Nos pasamos la vida entera en el patio del colegio, mientras los mayores piensan "mira qué bien se lo pasan los niños".
Y cuando Bukowski dice "hay una parte de mí que no encaja en ningún sitio", quizás esa parte se esté dando cabezazos contra sus compuertas, muy parecidas a las mías.
Todos compramos nuestro interior en tiendas de saldo. Lo decoramos con adornos en serie. Ponemos nuestros pies encima de la mesa, cuando no nos ven, cuando no nos ven.
Y tiramos palante, sin movernos del sitio.
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